Crema de calabaza con garbanzos crujientes

Las cremas o pures son una opción muy fácil y rica de hacer una cena ligera, empezar una comida veraniega o hacer un aperitivo precomida. 
 
Una de las más habituales es la de calabaza, porque coincide que la entrada del otoño es temporada de calabaza y además, después del verano, donde poco apetecen las cosas calientes de cuchara, se coge con ganas. Para acompañarla, proponemos unos garbanzos especiados crujientes que dan un toque muy rico y complementan perfectamente el plato.
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Una de las principales cualidades de la calabaza es que posee un 90% de agua en su composición, además de muy pocas calorías e hidratos de carbono. Entre sus minerales y vitaminas destacan el ácido fólico, el potasio, el calcio, el magnesio, el hierro o el zinc, entre otros.

Esta completa mezcla de nutrientes convierten la calabaza en el ingrediente perfecto y a esta crema en una imprescindible para nuestra alimentación. Es muy rica en fibra por lo que  disminuye el ritmo de la digestión y mantiene a raya el hambre y el apetito, es capaz de regular el nivel de glucosa en sangre y su alto contenido en vitamina A beneficia la salud ocular y ayuda a prevenir cataratas.

Crema de calabaza con garbanzos crujientes
Las cremas o pures son una opción muy fácil y rica de hacer una cena ligera, empezar una comida veraniega o hacer un aperitivo precomida.  Una de las más habituales es la de calabaza, porque coincide que la entrada del otoño es temporada de calabaza y además, después del verano, donde poco apetecen las cosas calientes de cuchara, se coge con ganas. Para acompañarla, proponemos unos garbanzos especiados crujientes que dan un toque muy rico y complementan perfectamente el plato.
Tiempo de preparación10 minutos
Tiempo de cocción30 minutos
Tiempo total40 minutos
Raciones: 2 personas

Ingredientes

  • 300 gr de calabaza
  • 4 zanahorias
  • 1 cebolla
  • 1 puerro
  • ½ calabacín
  • Pimienta negra
  • Cúrcuma
  • Jengibre en polvo
  • Sal
  • Aceite de oliva virgen extra AOVE

Elaboración paso a paso

  • En primer lugar, preparamos todas las verduras. Cortamos en trozos pequeños la cebolla, el puerro, la zanahoria y la calabaza. En una olla o cazuela a fuego medio, añadimos un poco de aceite de oliva y rehogamos todo 10 min. A mitad, podéis agregar la sal, un toque de jenjibre, cúrcuma y pimienta al gusto.
  • Cubrimos con agua la olla y subimos el fuego para que hierva. Cuando rompa a hervir, bajamos el fuego y dejamos cocinar durante 30 minutos o hasta que este todo blandito con la tapa parcialmente puesta. Este paso puede acelerarse con una olla a presión si no se dispone de mucho tiempo, y en 10 minutos estaría lista.
  • Mientras para los garbanzos, limpiar con agua, escurrir y secarlos bien, muy importante ya que es lo que hará que los garbanzos queden crujientes. Una vez que tengamos los garbanzos secos, en un bol ponemos los garbanzos con unas gotitas de aceite de oliva y las especies que más nos gusten (en nuestro caso: pimentón dulce, comino, cúrcuma, nuez moscada, pimienta y sal). Impregnar bien sobre los garbanzos y llevar al horno unos 20 min a 220°C. Dejamos hasta que tengan una textura crujiente (cuidado que no se quemen, sólo deben estar doraditos).
  • Pasados los minutos, retiramos del fuego y quitamos parte del líquido, reservándolo en un recipiente. Trituramos con la ayuda de una batidora de mano hasta que quede una crema homogénea. Rectificamos con el caldo que habíamos retirado hasta conseguir la textura deseada y servimos junto con los garbanzos por encima.

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